Ranuras: debemos revisar los dibujos y ranuras (mínimo 1,6 mm) de los neumáticos para asegurarnos un buen agarre a la carretera y evitar deslizamientos. Las marcas que existen en las ruedas, las zonas con más desgaste, nos dejan averiguar la causa por la que se está produciendo ese deterioro, lo que ayudará a prever posibles errores o negligencias que pueden aumentar en un mayor riesgo en terminología de seguridad. A mayor desgaste, más aumenta el gasto en mantenimiento y combustible.

Presión: es muy conveniente mantener los neumáticos en una presión de aire adecuada. Si están bajos, aumentará el consumo. Igualmente si se encuentran demasiado hinchados, ya que esto afecta la estabilidad del vehículo. Se recomienda revisar la presión cada par de semanas para, de esta manera, bajar la resistencia al rozamiento y disponer de un consumo reducido de combustible, además de una conducción respetuosa con el medio ambiente.

Todo el año: las ruedas de verano pueden usarse durante todo el año si la utilización del vehículo, los desplazamientos que se realizan y el clima lo permiten. Por ello, deben encontrarse siempre en muy buen estado. Si el desgaste del neumático es considerable, en el caso de la lluvia o la nieve las ruedas de verano estarán reduciendo su rendimiento. Por contra en suelo seco, su adherencia se verá aumentada.

Ahorro: con dependencia de la climatología, los neumáticos se tendrán que adaptar a cada estación. Llevar una clase de goma para cada estación nos asegura un menor desgaste, lo que redunda en la seguridad y el ahorro, pues a la larga duran más y su gasto es compensado. Es recomendable llevar neumáticos de verano, entre los meses de Mayo a Octubre.

 

Fuente: Neumáticos Cobravo

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