Mantienen los psicopedagogos que aprendemos jugando. Entonces, ¿si los juguetes van cambiando, varían también nuestras enseñanzas? El que las casitas victorianas, dejen paso a los mini lofts ecológicos alentará la sostenibilidad en la vivienda real, aunque de momento lo único cierto es que lo cotidiano se impone en las miniaturas. Junto a las casas y piezas de superdiseño, sobresalen modelos casi de andar por casa, como los muebles de muñecas de los kits de arquitectura mini, que invitan a construir maquetas a nuestro gusto. La intención es fomentar, a través de lo lúdico, una cultura del espacio doméstico más próxima y sensible a la realidad de las personas.
Una casita de muñecas vanguardista, ecológica y de madera, sin presencia de plásticos ni de colores rosáceos, para que jueguen niños y niñas, tienes que ver la web.
Dejad que los niños se acerquen a la arquitectura. Con este grito de guerra de evidentes resonancias bíblicas, los arquitectos incitan a los más pequeños a proyectar nuevos barrios y a levantar, junto con sus padres, sus propias casas. En los talleres de arquitectura para niños, los niños aprenden mientras entienden, a respetar el espacio natural y el construido.
Enseñar a los niños arquitectura, de una forma lúdica parece una idea insólita. Por lo menos, en España lo es. La inspiración, nos llega de Finlandia, el país que lidera las evaluaciones educativas internacionales. Helsinki cuenta, desde el año 1.993, con Arkki, una escuela de arquitectura y medio ambiente para niños, que es todo un referente mundial. Se trata de un proyecto extraescolar, que atrae todos los años a más de mil chavales entre los 4 y los 19 años.
El fenómeno, es consecuencia de un modelo educativo gratuito y transversal. Para la promoción de la cultura y la creatividad, todos los finlandeses (incluidos desde maestros hasta políticos y padres) alientan en la infancia, además de la lectura, todas las disciplinas artísticas. Como comenta la filósofa norteamericana Martha Craven Nussbaum (Nueva York, 1.947), la prosperidad de una nación se puede medir según las facilidades que tienen sus ciudadanos para exteriorizar sus facultades creativas.