Cuando llega el calor, las ventanas abiertas incitan a renovar las paredes de una vivienda. De hecho, empieza la temporada alta para los especialistas en vestir los hogares. En el momento de escoger la técnica, que mejor va con nuestro estilo aparecen las dudas. Para comenzar, ¿pinto o empapelo? El papel pintado nos oferta los diseños más modernos y variados, pero también nos lleva a vaciarnos más el bolsillo, razón por la que muchos son los que acaban decantándose por el acrílico.
El papel de pared con respecto a la pintura, se basa en que oferta cantidad de acabados y precios. La mayoría de ellos son lavables y ahora, a diferencia de hace algunos años, son muy sencillos de quitar. También los podremos combinar con la pintura. El único inconveniente surge a la hora de aplicarlo, está claro que es más engorroso que pintar. Por ejemplo, para empapelar una pared nos puede costar unas tres horas y eso en el caso de que se encargue un profesional. El papel resiste más el paso de los años y admite muchísimas combinaciones.
La única pega del papel es el precio, porque por lo demás, resiste mejor que la pintura el paso del tiempo y admite muchos colores, combinaciones y diseños. Es cierto que, en cuanto a tonalidades, la pintura lisa también tiene casi una infinidad de opciones, pero los diseños y dibujos que puedes lograr con el papel no se pueden conseguir con la pintura.
Por otro lado, el papel de pared se puede poner en cualquier estancia de la casa, pero en el caso de la cocina o el baño, los restos de grasa o la humedad podrán hacer que se despegue.
Lo que más se lleva en papel son los rayados, los colores vivos, los diseños de inspiración en los años 60 y 70 e incluso las imitaciones a pintura y esterilla. En pintura, lo que más quiere la gente es la pintura lisa.
Pero las dudas no tan sólo aparecen ante la diversidad de colores y diseños, sino además ante la variedad de precios. Lo que encarece más es quitar el gotelé, ahora que se llevan las paredes lisas.